Hay un espacio en La Chamba que me gusta especialmente, el
techo de la cueva. Es un fantástico observatorio de estrellas y cada noche subo
a verlas brillar, siempre cazo algún satélite orbitando por ahí, a alguna
que otra estrella fugaz y un montón de aviones. El trozo de cielo que le corresponde a mi casa es
muy activo y entretenido. El caso es que ya llevaba tiempo pensando hacer algo
con este sitio grande y destartalado, algo para convertirlo en acogedor y
cómodo pero sin gastarme un euro. Un sitio con encanto, para poder tomar el sol
de día, leer cuando ya se haya ido y observar mi trozo de universo
comodamente.Un viejo colchón, un par de cortinas en desuso, una silla de
director para tirar, dos repisitas que llevaban mucho tiempo en el trastero sin
saber qué hacer con ellas, y un repasito por aquí y por allá con pintura que
había sobrado de la escalera, son algunos de los elementos que han hecho
posible el cambio. Ahora sí, esto ya es otra cosa...y es que algunos sueños son
tan sencillos que nos lo ponen fácil.
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