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8/6/10

RELATO GANADOR


LA CASA
Nada más entrar noté un aroma especial en la estancia. Olía a madera, almizcle y magia. La luz se deslizaba con precaución entre las cortinas, sorteando los muebles de un modo peculiar. En el centro de la estancia, una enorme chimenea de piedra se alzaba orgullosa y ajena a la soledad del salón que se debatía entre el polvo acumulado de varios meses y un aire denso que comenzaba a estar viciado de abandono.
Entramos en silencio absoluto, con cuidado, a pesar de que sabíamos que la casa estaba vacía. Recorrimos cada rincón sumidos en nuestros propios pensamientos, sin hacer el más mínimo comentario, celebrando un íntimo ritual de reconocimiento.
Tenía vagos recuerdos sobre la distribución, hacía más de veinte años desde la última vez que estuve allí,y aunque todo me resultaba familiar, era muy diferente a como lo recordaba.
Un crujido en la escalera me avisó que Víctor se disponía a subir a la segunda planta, así que me apresuré a seguirle. No me habría atrevido a recorrer el piso de arriba sola. Todas las habitaciones tenían las ventanas tapiadas con maderas desde hacía años, menos la de la abuela, y apenas podía distinguirse cuál era esta, excepto por una fina línea de luz que atravesaba su puerta. Agarré su mano en la oscuridad, pensando si se daría cuenta del miedo que tenía.
-No puedo creer que esta casa no tuviese instalación eléctrica......- murmuró malhumorado al tiempo que tropezaba con una caja de madera vacía, aislada e incomprendida en medio del lúgubre pasillo - debe ser la única del pueblo.....o de todos los pueblos.....es increíble, de verdad, que tu abuela nunca quisiese saber nada de cosas como luz, televisión.....no me extraña que haga más de dos décadas que no vinies por aquí....
- No quería que viniésemos....- musité- tuvo una discusión con mi madre hace muchos años y ya nunca volvimos.....
-Debía ser bastante rara, la verdad....
-No me acuerdo mucho de ella, en realidad, pero guardo muchas cartas que me escribió, todas muy cariñosas y en ninguna me parecía que fuese rara....
- ¿No te parece extraño que estuviese más de veinte años sin ver a su hija y a su nieta, su única familia?
- Ya te digo que a mi sí me escribía.....y era muy mayor.....tenía 98 años cuando murió, imagínate.....
-¿Y vivió sola hasta el final aquí? - se extrañó-
Asentí con la cabeza, dándome cuenta por primera vez de lo extraño que resultaba que hubiese podido arreglárselas en aquella enorme casa.
Víctor se acercó a la única puerta que tenía un hilo de luz y trató de abrirla, pero no pudo.
- Está cerrada y es demasiado pesada como para tirarla abajo, así que tendremos que buscar como abrirla.....supongo que tendrá algún juego de llaves de toda la casa.....
- Es tarde ya, quizás podamos volver mañana.....- aventuré, sintiendo que había algo allí que me intranquilizaba.
- Pero si sólo son las seis.....
Un reloj, en algún lugar de la casa, secundó sus palabras con su rítmico tintineo.
- Vámonos, anda....- insistí mientras un gélido escalofrío recorría mi espalda.
Bajé apresuradamente las escaleras y al abrir la puerta de la entrada, aspiré una profunda bocanada de aire que llenó mis pulmones, como si no hubiese respirado desde que entré allí. Me volví y analicé la fachada, me pareció imponente....kilos y más kilos de piedra que daban un aire indestructible, férreo, como debió de ser el carácter de mi abuela.
Víctor apareció en el umbral de la puerta refunfuñando:
- He vuelto a tropezar....- me dijo frunciendo el ceño- lo primero va a ser abrir todas las malditas ventanas y quitar las maderas, para que se vea algo ahí dentro....y lo de limpiar para ponerla a la venta....tal vez deberíamos contratar a alguien que nos ayude, hay mucho trasto y habrá que tirar cosas, y.....
- Ya veremos- le corté- pensaremos en ello mañana.

Volvimos armados con productos de limpieza y herramientas. Curiosamente, nadie en el pueblo fue capaz de indicarnos a alguna persona que pudiese ayudarnos en la labor de acondicionamiento de la casa e includo hubo alguien que nos puso la excusa tonta de que nadie quería entrar en una casa tan antigua por miedo a los derrumbes. Desde luego, eso era lo menos preocupante viendo la enorme y resistente mole de piedra que distaba mucho de parecer frágil, mucho menos si se comparaba con otras construcciones de madera cercanas, que sí parecían entrañar cierto riesgo.
La reticencia de los habitantes a entrar en la casa nos mantuvo pensativos toda la mañana. Ni siquiera logramos que un solo lugareño nos alquilase su furgoneta para transportar trastos viejos y tuvimos que apañarnos con mi viejo Toyota, haciendo interminables viajes.
Sólo habíamos avanzado un poco con la sala de estar, la primera estancia que se encontraba a la derecha, nada más entrar, cuando empezó a anochecer.
- Tendremos que volver la semana que viene....y vete a saber cuantos fines de semana más....
- aseguró Víctor con aspecto cansado - tal vez deberías plantearte venderla tal y como está...aunque te den menos dinero.
- Es que no tengo claro si quiero deshacerme de ella...
Me miró perplejo, entornando los ojos en un gesto que yo conocía bien.
- Tu madre querrá el dinero de la venta...
- Mi madre no quiere nada que venga de mi abuela...así me lo ha dicho, que puedo quedármela, venderla o demolerla si me apetece...
- Lo de demolerla no parece tan mala idea- dijo mirándome con su sonrisa pícara. Los dos comenzamos a reír. Me abracé a él de camino hacia el coche y regresamos exhaustos a Madrid.

Durante toda la semana estuve releyendo las cartas de mi abuela. Todas con una perfecta caligrafía, escritas con esmero, sin un solo tachón. Siempre comenzaban y terminaban con las mismas palabras.
"Mi querida nieta......Tu querida abuela" y en ellas me narraba cómo era su vida en el pueblo, me describía los paisajes, los atardeceres que veía desde la ventana del salón, las largas noches frente a la chimenea....me hablaba también de cosas extrañas como fases lunares, fuerzas de la naturaleza y también hacía referencia a "La Antigua Religión". No comprendía como en todos aquellos años no había prestado la suficiente atención a esas cartas. Puede que en el momento de recibirlas me pareciesen excéntricos algunos de sus comentarios, pero ahora comenzaba a sentir que era mucho más que eso.
Puede que esa "Antigua Religión" a la que tanto se refería la identificase en su momento con la católica, pero ahora me daba cuenta de que no hablaba exactamente de eso. Me sentí estúpida por la poca atención que había prestado a esas cartas que ahora me atraían de una manera tan poderosa.
Me habría gustado, sin duda, conocer más a esa mujer pero mi trato con ella se había limitado a unas contestaciones por cortesía a un familiar que apenas conocía, pero que de algún modo se había abierto a mí a través de aquellas letras, sin que yo me diese cuenta.

- ¿Estás diciendo que quieres que pasemos el fin de semana entero en una casa sin luz, sin agua caliente....sin televisión? - Vïctor me miraba con los ojos como platos sin terminar de comprender.
- Es por no darnos la paliza de ir y venir en coche...sólo sería una noche...
- Una noche durmiendo en la cama en la que murió tu abuela hace apenas dos meses...
- Hay más camas...
- Sí, en habitaciones con ventanas tapiadas y cerradas a cal y canto desde hace más de veinte años...- Me miró como si estuviese perdiendo el juicio - No te entiendo, el otro día no veías el momento de irte de allí y ahora quieres pasar la noche...
- Podemos llevarnos la colchoneta, será como hacer una acampada....dormiremos en el salón, frente a la chimenea, será como una excursión..- insistí sin comprender por qué tenía tantas ganas de pasar allí la noche.
Pareció divertido con mi ocurrencia y accedió, aunque no demasiado convencido.

El viaje en coche me pareció interminable. Me sentía impaciente por llegar. Al encontrarme de nuevo frente a aquella conglomeración de piedra, mis sentimientos hacia aquella casa fueron bien distintos de los de la última vez. Comencé a apreciar la robustez de sus formas, la calidez de su entrada coronada de macetas que colgaban a ambos lados de la puerta y del camino que conducía a ella. El patio trasero estaba asombrosamente bien cuidado, con plantas que se distribuían en un perfecto mosaico de diferentes colores que resultaban armoniosos entre sí y que circundaban una bella mesa circular de mármol con sus banquetas a juego. En ella había tallada una estrella de cinco puntas, adornada con hermosos cristales azules y verdes.
Entramos en la casa y volví a percibir aquel olor a madera, almizcle y magia. Abrí las cortinas y todas las ventanas de la primera planta. La luz entró a raudales, cruzando de lado a lado, inundando cada rincón y despertando una armonía de muebles, ropas, jarrones y demás objetos que me sorprendieron. Colgado tras la puerta, un juego de llaves comenzó a tintinear y a destellar con intensidad. Víctor y yo nos miramos extrañados.
- ¿Siempre han estado ahí? El otro día no fuimos capaces de encontrarlas...- me preguntó rescatando el llavero.
- No lo sé - respondí con sinceridad - pero subamos a abrir las ventanas de arriba.
Fuimos abriendo puerta por puerta y ventana por ventana, descubriendo con cada nuevo golpe de luz, un hogar cada vez más y más acogedor. Muebles hermosamente tallados y asombrosamente bien conservados, interesantes decorados en todas y cada unas de las paredes que evocaban diferentes motivos de la naturaleza, laboriosas colchas tejidas a mano.....nos miramos incrédulos, dudando si aquella casa era la misma que visitamos el fin de semana anterior. Avanzamos hacia la última alcoba, la de mi abuela, y al abrir apenas pudimos articular palabra. Era una de las habitaciones más hermosas que jamás había visto. La última vez que había visitado a mi abuela tenía 12 años, pero no recordaba haber pisado aquel íntimo aposento que reservaba sólo para ella, de ser así, sin duda me habría acordado.
Una enorme cama con dosel dominaba todo el cuarto. Estaba tallada con dedicación, hermosas lunas y soles subían por la estructura de sus cuatro aristas, cubiertas parcialmente por una bella tela de colores cálidos que parecían un atardecer junto al mar. En uno de los lados, un imponente armario con espejos reflejaba toda la luz que emanaba la estancia.
Junto a la ventana, un escritorio antiguo, perfectamente ordenado me hizo recordar aquellas cartas y casi pude ver a mi abuela, allí sentada, con su larga trenza reposando sobre su pecho mientras escribía con cariño y determinación a su nada receptiva nieta.
- Voy a quedarme con la casa- afirmé esperando el rechazo incrédulo de Víctor.
- Lo sé- me sorprendió su respuesta. Le miré y entonces comprendí que había sentido lo mismo que yo al recorrer aquel lugar.
Nos sentamos juntos en la cama y comenzamos a abrir los cajones de las mesillas de noche. Pronto encontré lo que estaba buscando. Presentía que estaría ahí, pero eso no disminuyó mi expectación al rozar las curtidas tapas de cuero. Lo abrí y reconocí al instante la letra. Cientos de páginas se presentaban ante mí para desvelarme el secreto. Ahora sí era el momento.
- Te dejaré un rato a solas...iré a comprar algo de comer al pueblo.
Asentí con la cabeza ante su oportuno ofrecimiento y me acomodé con el diario de mi abuela en las manos, ansiosa por conocer y por saber. Lo abrí y a pesar de lo extraño de su dedicatoria, no me sorprendió:
"A mi querida nieta, de tu querida abuela





5 comentarios:

  1. Merecidísimo primer puesto.
    ¡Felicidades!
    Saludos para la Chamba y para todos los participantes.

    Eva Bueno

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  2. tema muy trillado y explotado
    ya he leido muchos de este tema
    falto calificar originalidad

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  3. Chico Manjavacas8/6/10, 14:29

    Muchísimas Felicidades Cristina!
    Espero que disfrutes del premio en compañía de la gente de La Chamba :)
    Un saludo!

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  4. Anonimo y Manjavacas, muchas gracias por dedicar unos minutos de vuestro tiempo a leer mi relato... Me hace mucha ilusión llegar a gente que ni siquiera conozco. Mundoanillo, también te estoy agradecida por leerlo y por críticas que siempre serán bien recibidas para intentar mejorar, ya que hasta ahora todos mis relatos eran inéditos y por lo tanto sin opiniones de ningún tipo sobre ellos. Gracias a todos y un saludo. Cristina

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  5. El relato es perfecto para despertar la imaginación del lector que podrá añadirle lo que quiera, a su gusto, a la hora de adentrarse en el diario de la abuela.

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