Hoy he recibido este correo de Sergio Generelo, ganador del
último concurso. Le pedí unas “letrillas” y me regala un simpático relato en
el que rememora su paso por La Chamba y Fontanar.
Gracias Sergio ¡Que GRANDE eres! (así, en mayúscula y con
negrita)
“Mágicas experiencias literarias (y no literarias)
en Fontanar, Jaén”
Llevo varios días escuchando en los medios de
comunicación noticias acerca de una serie de movimientos sísmicos que se están
produciendo entre las provincias de Granada y Jaén. He oído también a variados
especialistas dando las oportunas explicaciones científicas acerca del suceso,
relacionado con movimientos de fallas y corrimientos de placas telu-nosequé.
Pero desde el primer momento yo he pensado que la verdadera razón de tales fenómenos
era otra: “Eso es que Rosa y Sebastián están haciendo de las suyas”. Y es que
cuando esta pareja pone a funcionar sus inquietudes culturales, ya sea con
certámenes literarios, escultóricos, teatrales o belenísticos… son capaces de
generar energía de tal magnitud que no es raro que provoquen terremotos,
volcanes y tsunamis de todo tipo, y que conviertan una apartada pedanía de la
serranía de Cazorla, en el epicentro de casi todo, jeje. Y efectivamente así
era: una nueva edición del concurso de relatos de la maleta del tío Paco había
echado a andar.
Llegué a Fontanar un espléndido día de julio del pasado
año después de más de ocho larguísimas horas de conducción desde el norte de la
península, con mi padre como acompañante y con cierta dosis de escepticismo
preguntándome si realmente valdría la pena semejante palizón. Las ocho horas
del viaje de vuelta, dos días después, se nos pasaron, sin embargo, en un
pis-pas, rememorando la experiencia vivida y repitiendo constantemente
comentarios del tipo de “te acuerdas que estupendo cuando…”, y “que guay estuvo
el que…” o “fue mágico lo de…”. Y es que, tal y como parecemos compartir todos
los que hemos formado parte en algún momento de este pequeño microcosmos
fontanero, la palabra que siempre nos viene a la cabeza y al corazón, es
“Magia”. Mágicas fueron las relaciones que enseguida se entablaron entre los
anfitriones y todos los visitantes, mágico fue el acogimiento de todos los
fontaneros que conocimos, mágicas las visitas culturales por la comarca, mágica
la estancia en la casa cueva de la Chamba (doble manta por la noche en pleno
julio, ¡y en Jaén! y sin embargo todo era calidez). Y mágica fue sin duda la
noche estrellada de la gala de entrega de premios, donde, tras un apasionante
viaje ferroviario, los relatos flotaban en el aire sustentados por el cine, la
música, y el teatro (fantásticos los del grupo Bajo Tierra dando vida a los
cuentos, siiiiiii, ya puedo decir que soy un autor representado, jeje)
De todas formas, debo indicar que estoy muy enfadado
con los organizadores del certamen de La maleta del Tío Paco: Y es que, al
contrario de lo que sí suelen hacer el resto de concursos literarios, en las
bases de la convocatoria de este año, no se ha prohibido expresamente la
participación a los ganadores de anteriores ediciones, creándome con eso un
serio dilema. Me explico: por un lado, deseo participar de nuevo y tener así la
oportunidad, aunque sea tremendamente remota, de volver a ganar y compartir
otra vez esa magia fontanera. Por otro lado, siento que no debo participar,
dejando a un lado la posibilidad, aunque remota insisto, de privar a otros del
disfrute de tal experiencia.
Aunque creo que ya he encontrado una solución
alternativa, jeje: voy a llamar ahora mismo al Instituto Nacional de
Sismología para proponerles que, si me
llevan con ellos, este verano puedo mostrarles el verdadero origen de los
seismos jienenses.
Es broma, ya sé que afortunadamente no necesito
excusa alguna para volver a Fontanar. Y así lo haré.
Quiero animaros a todos a participar en este
fabuloso certamen cuyo premio es nada más y nada menos que (así, en mayúscula y
con negrita, jeje) LA MAGIA.
Nos vemos en Fontanar.
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